“Yo no pedí ser oro. Ni siquiera ambicionaba ser plata. Me hubiera conformado con ser un metal sencillo y barato...” Con estas palabras se inicia la paradoja que el libro enseña. Una paradoja en la que el dolor humano y la fe gozosa se entrecruzan en una aparente confrontación que se resuelve felizmente.
Yo no pedí ser oro nos presenta una serie de reflexiones en la senda del sufrimiento emocional y físico que nos enfrentan de manera sorpresiva con interrogantes como: “¿por qué a mí?, ¿por qué Dios parece no responderme?, ¿por qué se me niega la paz si quiero servirle con fidelidad?
El Espíritu Santo, el poder sustentador del Señor y el afecto fraternal de los hermanos son en las situaciones difíciles los que refuerzan nuestra convicción de servicio y refrescan la compasión por la gente necesitada.
La autora descubre ante los ojos de la iglesia la realidad de que toda familia que quiera servirle va a tener que librar una guerra espiritual en la propia intimidad de su hogar, que va a desafiar profundamente nuestras vidas y la de nuestros hijos. Más aún, este libro es una expresión jubilosa de la esperanza y la confianza que tenemos los hijos de Dios: que de las alturas provendrán siempre fuerzas, aún en medio del dolor.
“Sólo espero que Dios siga perfeccionando mi forma y que aquel que amo jamás olvide que aunque soy fuerte, soy también de cristal.” (source)
“ la amaron, otros la estrujaron, otros se burlaron de ella y otros se rehusaron a creer que fuera realidad.” (source)
“Se trataba de su primera experiencia como Pastor Titular, había servido” (source)
“propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová es para siempre; no desampares la obra de tus manos.’” (source)
“medio de una tormenta. Era como una de esas pesadillas que me aterraban desde” (source)
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Rafael Iglesias
11/23/2016
Marcos Alejandro Castillo Beltrán
3/10/2016
RICARDO FIERROS
1/14/2016
Gloria Flores
9/24/2015
Oscar Mauricio Escobar Porras
3/4/2015